lunes, 1 de octubre de 2012

Camino a la intimidad (crónica)

Autor: Luis Fernando Arredondo Gómez

 
     [Escrita en Envigado (Antioquia) luego del fraude del que fuí objeto, inicialmente por la Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Latinoamericana, con sede en Medellín (Antioquia). Dicha revista me había pedido un artículo que tratara diversos aspectos relativos a la elaboración de mi tesis de grado. Sin embargo, ni publicaron el texto ni me devolvieron el borrador.

     El abogado Jorge Eliécer Calle (egresado de UNAULA y quien por esos días me empleó como dependiente judicial), conjeturó que mi texto había sido utilizado como insumo para la reforma del pénsum de la facultad, realizada tal vez a finales de 1997 durante la decanatura de Juan Guillermo Betancur (reforma que según Calle, sirvió de modelo para los pénsumes de otras facultades de Derecho que por ese tiempo surgieron en la ciudad). Éstas son sólo especulaciones.

     El texto que sigue hace parte del libro inédito titulado "Infierno" y no corresponde al contenido del extenso e interesante artículo que se "extravió" en UNAULA, según me lo manifestó el decano Betancur, el cual tal vez tiraron a la basura.

     Yo, sin embargo, sería un desagradecido de la peor calaña y cometería una gran injusticia si dejo de reconocer y agradecer a las directivas, funcionarios y empleados de la Universidad Autónoma Latinoamericana (UNAULA) -mi primera universidad-  su buen trato, respeto, ayuda en muchas actividades que emprendí dentro y fuera de sus claustros durante los años que estuve vinculado a ella como estudiante (años 1989 a 1997), así como su comprensión de mis condiciones personales, mis faltas y debilidades.

     No tengo otra cosa que agradecer y bendecir a UNAULA por haberme permitido ingresar en sus aulas; por ser siempre fiel a la filosofía libertaria y legalista que motivo su fundación, donde el libre ejercicio de los derechos es fomentado y garantizado , aún en mi caso que dediqué mi juventud a husmear "cosmovisiones" infames, inmorales y que estaban en vísperas de ser ilegalizadas, y de las cuales fuí en años posteriores promotor y vocero, aunque fuera entre un pequeño círculo de "adeptos". 

     Hoy, después de 44 años de camino (12 de septiembre de 2016),  sé que esas infamias no pudieron corromper esa médula interior donde arde la conciencia que todos mis padres-madres me insuflaron, pues hasta la fecha no he cometido delito gravísimo que merezca mi condena o mi castigo. Aunque a veces me sienta el más criminal de los hombres. Lo que sí lograron esas infamias fue impedir por muchos años que yo pudiera hacer un trabajo más provechoso para el mundo y para mí. ]  


Diciembre de 1997



     En la niñez se había inoculado en mí el “bicho” de la escritura, por lo cual desde tal época me ejercitaba en ésta con alta ambición, aunque ocasionalmente. El trasegar universitario me dio  la excusa perfecta para escribir un “gran libro”, y  supuse que éste seria la piedra angular de mi carrera. 

     Desde el tercer año de Derecho acaricie varios temas. Inicialmente me propuse escribir un código ambiental, pero rápidamente abandoné tal proyecto para dedicarme a estudiar la intimidad

     El tema de la intimidad tiene vínculos con tantas disciplinas, que fue un caldo de cultivo perfecto para mis tendencias especulativas. Durante tres o cuatro años me consagré con denodada diligencia a leer, transcribir y recopilar información jurídica, sicológica, sociológica, semiológica, histórica, filosófica, etimológica, lingüística y demás sobre el tema.


 
 
     Leí aproximadamente 90 textos entre libros y revistas, que transcribí en más de 1.250 páginas cuadriculadas de cuaderno, que equivalen aproximadamente a 47.500 líneas. El análisis, sistematización de la información y redacción final del primer texto, con maquina de escribir, me llevó más de un año, en jornadas de trabajo con un promedio de 18 horas diarias.

     Su contenido inicial, incluyendo índice y bibliografía, fue de 720 páginas aproximadamente, con interlineado doble en los comentarios y sencillo en las citas.  La enormidad de este producto se debió al adiestramiento nulo que recibí en investigaciones y redacción, así como a la falta de una adecuada asesoría.

     Con mi mamotreto bajo el brazo acudí al “asesor”, quién después de un mes de "lecturas" pidió la distinción del trabajo y su publicación. Los jurados de la tesis la aprobaron y secundaron la petición. Se reunió el Concejo académico de la Universidad y nombró una comisión que tomaría la decisión. 


 

     En dicha comisión estaban mis “amigos funcionarios", a quienes conocí trabajando gratis para la Universidad. Estos no tardaron en ridiculizar al texto (era más abstruso que cualquiera de los de Hegel) y  al autor; uno de ellos, el Vicerrector de la institución, encontró muchas imperfecciones en el texto, pero  por consideración conmigo le otorgaron la mención de honor después de 8 meses de meditación. 

     Buscando mejorar mi Legendaria Tesis, el mamotreto llegó a 880 páginas,  las que luego transcribí con microsoft word durante muchos meses. Entregué copias de mi trabajo en las editoriales Dike, Señal editora, Universidad de Antioquia y Bolivariana, buscando su publicación.

      Las editoriales reconocieron de forma diferente la importancia del texto, a pesar de sus evidentes errores. De la Universidad de Antioquia me llegó por correo la siguiente solicitud: "Reduzca el texto y vuélvalo a presentar". Pero mis fuerzas y mis competencias no daban para más... !Qué linda me quedó la lápida¡


      De ella quiero compartir con ustedes algunos apartes...


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